Viendo la imagen, me he puesto melancólico, entiendo que no soy el único. Es probable que se deba a un déficit afectivo o a que hace mucho que la abeja Maya no está con nosotros, no os alarméis. Podría hablar de lo que yo creía que era realmente un disfraz de abeja, o de lo humorístico de la imagen de los concursantes compartiendo un tubito de “after bite”, o incluso de lo peliagudo que debe ser evitar arrascarse en esa situación. Pero en cambio, considero que lo realmente interesante es la entrañable relación afectuosa entre apicultor y abeja, esa maravillosa simbiosis de la naturaleza. Bueno eso, y pensar en la cara del ganador bajo la capa de abejas. Concentración máxima, ojos cerrados, boca cerrada, todo cerrado.
Según los resultados de la competición, el ganador tuvo sobre él un peso, en abejas, de 57 libras, que con el cambio actual a euros, son aproximadamente unos 26 kilogramos. Entiendo que también cuentan los abejonejos.
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